No estoy seguro de qué significa erotismo, si son desnudos, intenté
captarlos nada más hacerme fotógrafo, entonces me inspiraba en Lewis Carroll, en
la actualidad en nadie; estoy chapado a la antigua: trabajo solo con carretes y
papel. Con cámaras digitales únicamente he hecho pruebas.
No creo que mi obra
sea diferente del trabajo de otros fotógrafos. Yo lo llamo kitsch, pero hay
quien dice que es porno blando. Fotografía erótica, pornografía …. No existe
esa distinción. Está en el ojo del espectador. Creo que una fotografía erótica
debe despertar la libido.No tengo la posibilidad de retratar la vida de
otras personas. Retrato la mía propia.
El cuerpo humano me excita, el femenino
sobre todo, pero soy bastante tímido y cobardón, y ese ha sido siempre el
principal problema en mi trabajo. Tuve una infancia y una juventud
desafortunadas, pero ahora, cumplidos los setenta, soy absolutamente feliz. Lo
único que se puede hacer con esta cámara es cargar la película, apretar el
botón y hacer la foto; y eso es exactamente lo que he hecho hasta 1963.
Mi
trabajo pretende capturar todas las cosas que conozco y amo, pero sobre todo me
gustaría dejar una huella del tiempo en que he vivido, por eso fotografío
escenas de su realidad. Para mí, una buena modelo no es perfecta. Las encuentro en todas
partes, pero ahora más que nunca, gracias a Internet, recibo cada día ofertas
de muchachas dispuestas a posar. Internet es extraordinario, ha traído más
compradores, más modelos, y eso significa más dinero de los primeros para pagar
a los segundos.
Logró sobrevivir su poder
creativo frente a décadas de represión comunista y postcomunista, como a las continuas
negativas de críticos de arte de Europa Occidental y de los Estados Unidos. En Praga
lo forzaron a trabajar clandestinamente en un sótano para evitar a la policía
secreta que perseguía los temas de la libertad erótica personal. Más tarde, en
reconocimiento a la trayectoria artística, las autoridades comunistas le permitieron
abandonar en 1984 su trabajo en la fábrica y que se asociara a la Fundación de Artistas visuales Checoslovacos,
lo que equivalía su reconocimiento profesional como artista. En 1990 fue
nombrado Caballero de la Artes
y las
Letras por el Ministerio de Cultura de
Francia y en 2006 fue galardonado en su propio país con el Premio Artis Bohemiae Amicis,
junto a Milan Kundera y Vladimir Körner
por contribuir a la reputación artística de la República Checa.
Friedrich Nietzsche dijo en cierta ocasión, "tenemos el arte para que la verdad no nos mate". La
fotografía es un arte mucho más antiguo que el cine pero su evolución ha tenido
un auge vertiginoso desde su invención. Las imágenes más innovadoras y
fascinantes, salvo contadas excepciones en nuestros días, se siguen viendo en
la fotografía. El cine de los grandes maestros parece ahora una reliquia de un
pasado lejano y glorioso que alcanzaba entonces grandes metas visuales y aspiraba
a convertirse en el arte del futuro; su eco, en estos tiempos, resulta
imprevisible. Es muy probable que si la industria no se hubiera inmiscuido como
lo ha hecho en el mundo del séptimo arte, hoy, seguramente, no veríamos una y
otra vez la misma película repetida hasta la saciedad. Algo o alguien truncó la
evolución del cine. La fotografía, sin embargo, posee una esplendida salud
artística, y sigue utilizando la fascinación como elemento indispensable de su
desarrollo. Jan Saudek es ese tipo de
fotógrafos que provocan adhesiones incondicionales o un rechazo visceral, pero
nadie cuestiona dos evidencias; es el fotógrafo checo más conocido, y su
trabajo posee una singularidad indiscutible.
Jan Saudek es sin duda uno de los fotógrafos más impresionantes e influyentes de la
historia de la fotografía. Nació en Praga, capital de la antigua
Checoslovaquia, el 13 de mayo de 1935 y a los 15 años ya recibió su primera
cámara fotográfica, una Kodak Baby Brownie.
Estudió la profesión en la Escuela de Fotografía Industrial de Praga, y
fue intercalando su arte fotográfico con
numerosos oficios, en el campo como en numerosas fábricas.
Empezó a trabajar en el sótano donde vivía. En
ese reducido espacio que contaba solamente con una pequeña ventana, su mundo
comenzó a configurarse y a edificarse en una paleta colorida que contrapuntea
el aspecto mohoso y desconchado de las paredes. Así, transporta su mundo a su
propio espacio, es decir, libera su imaginación en su propia habitación, por la
que apenas si hay un hueco para ver al exterior.
El sótano de Saudek se ha vuelto el símbolo de su
obra fotográfica, en donde sus sueños se hacen presentes y siguen las leyes de
su propio mundo, de tal manera que al mirar una de sus obras, el espectador se
ve inmerso y tocado por un acto estético que sublima el espíritu humano. Se
nota que Saudek le dio la espalda al mundo y se recluyó en su micromundo, al
parecer, para evitarse el dolor de una realidad agresiva y mordaz, aunque de
vez en cuando se percibe, sutilmente, que el horror se coló por la lente de la
cámara, ese que hiere el alma y le deja una impronta al hombre, aunque
afortunadamente algunos logran hacer grandes obras de arte a partir de sus
heridas.
Mujeres obesas, mujeres delgadas,
estrías, celulitis, pechos caídos y miradas lascivas, son las constantes de
Saudek. "Su mirada es compleja,
oscura, perturbadora en todos sus aspectos. Sexo, deseo, muerte, inocencia,
lujuria, ironía, belleza, envejecimiento, se mezclan y compiten en su obsesiva
figuración de realidades filtradas de emociones. Introducirse en las imágenes
de Saudek resulta una experiencia inquietante, un ir y venir entre la atracción
y la repulsión, entre la conciliación y la confrontación. Sus fotografías
evocan verdades que se evaden cotidianamente, desde sus más amargas
perspectivas, o desde la más intestina nostalgia. La vulnerable sensualidad de
sus cuerpos es al mismo tiempo grotesca crueldad y enajenación. Imágenes de la
alegría y la esperanza en constante conflicto con las de la tragedia y la
desesperación, en ocasiones dentro de una misma obra. Su combinación es
implacable y provocadora. El conflicto y la interna fragmentación que trasmite
resultan dolorosas. Reiteradamente permite descubrir los más profundos deseos,
la dulzura y el placer, pero sin alejarse del recuerdo, del sufrimiento, de la
mezquindad del mundo. Sus imágenes pretenden afirmar que la belleza, el amor y
la compasión existen, pero a su vez que acaban siendo ilusorias y transitorias,
que nada es suficiente, que la soledad, el tiempo, la desesperación o la muerte
son inevitables (Vicent Fic, doctor de Filosofía en Arte, Universitat de
Aarhus, Dinamarca).
La desnudez femenina y su belleza
es una de sus principales fuentes de inspiración, aunque en sus desnudos
encontramos más de un personaje masculino. La perfección de las formas no
importa, de ahí que la mayoría de sus fotografías tengan un aspecto
inquietante, sexual hasta llegar a puntos obscenos, y algo grotesco. Hace
hincapié en las texturas y en el ambiente de sus decorados, creando climas
cerrados de aspecto ruinoso que envuelven las escenas en un asfixiante clima de
violencia y extrema expresividad.
Hay muchas lecturas en el trabajo
de Saudek. Sin duda la parte sexual de sus imágenes ocupa un primer plano en la
percepción de su obra, pero esta contiene elementos que nos acercan a enfoques
más diversos, como su amor por la familia, las relaciones hombre-mujer, la edad
madura y la juventud así como una constante dosis de humor e ironía que se
entrecruzan constantemente para crear escenas llenas de simbolismo. De la misma
forma, sus fotografías con varios personajes, las posturas imposibles de muchos
de ellos o las escenas donde los retrata primero vestidos y luego desnudos, son
otra de las características de su obra. Siempre hizo hincapié en las texturas y
en el ambiente de los decorados que rodeaban a los personajes de sus fotos. Siempre
hay algo turbador en muchas de sus obras, un efecto ruinoso que las envuelve de
una violencia y una expresividad incomparables. No hay que olvidar que vivíó en
un país comunista y quizá lo opresivo de su propia vida le empujó a idear
escenarios cerrados, una constante que ahogaba a sus actores.
Jan Saudek rompe también con el erotismo y el desnudo clásico de
nuestro siglo. Su mujeres presumen de la abundancia de sus carnes, y Saudek las convierte en verdadera
belleza, a la vez que en su marca de identidad. Coloreadas a mano y
escenificadas como tarjetas victorianas, sus voluptuosas fantasías son una oda
al físico más habitual en la vida cotidiana y menos representado en el arte
contemporáneo: el de la mujer con
apetito. A pesar de haber sido tachado duramente como kitsch y obsceno, Saudek
siguió trabajando sin importarle las críticas, y aunque en su país fuera mal
visto, en el mundo se le admira.
Algo muy característico en la obra de este artista es su extraña negación de la realidad, ya que en sus escenas, delimitadas por un marco espacial importante, reducen a los personajes a un escenario que pareciera oprimirlos, como si no hubiera libertad de movimiento. Dos años después, Saudek comenzó a colorear sus imágenes, lo que le añadió a éstas un aire más irreal. A diferencia de sus colegas contemporáneos norteamericanos Joel-Peter Witkin e Irving Penn, Saudek no pretende provocar ni de retratar la realidad, su trabajo es intimista, consecuencia de sus visiones al más estilo del escritor inglés William Blake, en las que sus modelos se vuelven sus camaradas de juego, se desnudan literal y metafóricamente, y posan para provocar la lente.